Ucrania

Casa de Jerson

Casa de Jersón, Ucrania

  • Casa en la ciudad de Jersón, capital del Oblast con su mismo nombre
  • Dirección: Первое мая, 40 | 1º de Mayo, 40. (Actualmente: calle Suvórova, 38 | ул. Суворова, 38, Херсон, Украина)
  • Director: Anton Vasilievich Kravchenko (Кравченко, Антон  Васильевич) 
  • 49 niñas y 30 niños. Total: 79.
  • En ocasiones aparece nombrada como «Banderoa Roja» por la estancia inicial de sus niños, entre junio y septiembre de 1937, en el Sanatorio de Crimea que llevaba ese nombre.
  • Fue evacuada con la invasión nazi.
  • Situación de la Casa en la ciudad de Jersón.

Casa de E.S. Lifshits, 1908, donde posteriormente se ubicará la Casa de Niños, tras haber sido sede del Rabino e institución bancaria. Imagen: Mendelsohn, 1908.

Casa de Jersón en la actualidad.

Parte de los componentes de la Casa de Jersón.

Parte de los niños de la Casa de Jersón.

Conchita Menéndez y Martina Tobías, profesoras de Jerson.

Conchita Menéndez y Martina Tobías, profesoras de Jerson.

Maestros y educadores españoles en Jersón

Maestros y educadores españoles 

  • Conchita Menéndez (1915)
  • Leonor Martín (1917)
  • Martina Tobías (1911)
  • Victoria Martínez (1896)
  • Pilar Guruceta (1900)
Niños y educadores de Jersón (sin confirmar su relación con los españoles)

Niños y educadores de la Casa de Jersón (sin confirmar su relación con los españoles).

Fuente: Херсон Daily  

 

Кравченко, Антон Васильевич. Director de la casa de Jerson

Кравченко, Антон Васильевич. Director de la casa de Jerson

Breve historia de la Casa

La imagen superior, de 1908, muestra la casa de E.S. Lifshits, que albergaba la oficina del rabino, así como la Agencia Principal de la Sociedad de Seguros de San Petersburgo. Alrededor de 1902, la sucursal de Jerson del Banco Comercial Internacional de San Petersburgo estuvo ubicada en la casa Livshits, y en 1911 se mudó a la casa recién construida de I.A. Goldenberg, en la esquina de las calles Erdelevskaya y Rishelyevskaya.

Tras la revolución de 1917, el edificio fue nacionalizado y albergó diversas organizaciones. En 1922, se abrió aquí una casa de pioneros. En 1937, una casa para los hijos de los republicanos españoles que lucharon contra los nazis en 1936-1939 (Casa de los niños españoles).

Cuando la amenaza de la ocupación nazi se cernía sobre Jerson, el orfanato fue evacuado tierra adentro. Después de 1945, el edificio albergó el Hospital Nº 1, y ahora es el dispensario endocrinológico del Hospital A. y O. Tropini (Calle Suvorova, 38).

Fuente: Excelente y documentado blog sobre la ciudad de Jerson, de Sukhenko KV, 2004-2020, con acceso en http://mycity.kherson.ua/

 

Memoria de algunas niñas

TESTIMONIO 1

«Llegamos a Leningrado y nos distribuyeron en casas de acogida. A mí me toco en una casa en la ciudad de Jersón, en la calle Suvorov, en un antiguo sanatorio. Era agradable estar allí, nos recibieron como a héroes, todo el mundo quería darnos alguna cosa a través de la valla, juguetes, regalos. Había una valla enorme para protegernos»

(…)

«En la ciudad de Jersón había un enorme mapa donde se explicaba cómo iban los asuntos en España, cómo avanzaba todo. Por supuesto aquello era triste, que Franco llegara al poder. Para nosotros es el fascista número uno, junto a Hitler y a Mussolini. A veces pienso que si entonces todo el mundo se hubiera puesto en contra de Franco posiblemente no hubiera pasado lo que pasó en 1941. Pero hay que decir que aún con todo aguantamos como pudimos combatiendo.
Antolina Echevarría Aguirrezábal.

Fuente: Antolina Echevarría Aguirrezábal, en el blog «Los niños de la guerra: en sus propiаs palabras» (de Rusia, con texto en castellano), con entrevistas de Anna Grave e imágenes de Mikhail Platonov. Con acceso en: https://ninosdelaguerra.ru/antolina/es

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TESTIMONIO 2

«(A la llegada) nosotros mirábamos a través de las ventanas de los autocares y todo nos parecía irreal. En Crimea vivíamos aislados de los soviéticos, en Jersón tendríamos que convivir con los habitantes de la ciudad en todos los aspectos de la vida.

Después de este encuentro multitudinario, nos alojaron en una casa de dos pisos, sita en la calle 1º de Mayo (hoy calle de Suvarov). Todo el recinto de nuestra casa estaba compuesto por el edificio principal, la enfermería, el comedor y un pabellón, que en sus tiempos quizá hubiese sido alguna capilla. Aquí nos proyectaban películas y al m ismo tiempo servía para bailar y otras funciones recreativas. Según entrábamos, a mano derecha había una pequeña sala de billar.

Todas las chicas, exceptuando las más pequeñas, dormíamos en el piso de arriba del edificio principal. Los chicos tenían sus dormitorios en el piso de abajo. Las ventanas de las chicas y chicos daban a la calle principal.»

Fuente: Diario de C.M. (1995)

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TESTIMONIO 3

«En cuanto a la composición por sexo (en la población de las casas), la diferencia siempre es más elevada para los chicos salvo en el caso de Jersón con una población de 49 niñas por 30 niños».

«El palacio Bandera Roja (era) un sanatorio donde pasaron los días desde su llegada (finales de junio del 37) hasta principios de septiembre. Luego fueron trasladados a la Casa de Jersón».

«Esta residencia es descrita como un “verdadero palacio” de la época de los zares, consideración que irrumpe como un cambio dentro de la escena cotidiana de la infancia en España. El hecho de enfrentarse a un medio distinto provoca en un primer momento sorpresa (…para mi que había venido de un barrio de obreros y de repente tener que vivir en este palacio fue como el cuento de la cenicienta…

Fuente:   Memoria, Educación e Historia: el caso de los niños españoles evacuados a la Unión Soviética durante la Guerra Civil Española. Tesis doctoral presentada por Susana Castillo Rodríguez. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de CC. PP. Y Sociología, Departamento de Antropología Social.

A. I. Lohnovskaya, profesora de la Casa de Niños

DE LAS MEMORIAS DE A. I. LOHNOVSKAYA, PROFESORA DE UN ORFANATO PARA NIÑOS DE REPUBLICANOS ESPAÑOLES EN KHERSON

1937-1944

Fuente: Blog sobre la ciudad de Jerson, de Sukhenko KV (Texto en ruso)

… Cuando en agosto de 1937 los niños españoles fueron llevados a la ciudad de Kherson, creo que ni un solo habitante quedó indiferente. Todos querían ver a los niños, mostrarles cariño, darles el calor de su corazón. Alrededor de la cerca del orfanato, que estaba ubicado en la calle Suvorov (donde ahora  un dispensario de endocrionología del Hospital Nº 1), una multitud de personas se detenía todos los días y pasaba juguetes y golosinas a los niños a través de la cerca, aunque ello pudiese dañar la salud de los niños.

Al orfanato acudieron delegaciones de jóvenes de empresas, escuelas, unidades militares. En aquel momento yo trabajaba como maestra en el orfanato preescolar de Kolokolchik. En septiembre de 1938, fui convocada al comité municipal del Komsomol y el secretario del comité municipal me dijo que había una orden de la Administración de enviarme a un orfanato español como maestra en un grupo de preescolar. Al principio tenía miedo de no poder arreglármelas sin conocer el idioma ni las costumbres. Pero cuando llegué al orfanato, el director, Anton Vasilyevich Kravchenko, y la directora de Timoshenko, Anna Stepanovna, me explicaron quiénes eran esos niños y que muchos de ellos ya eran huérfanos. Los niños necesitaban amor materno, cuidado, atención, calidez y afecto para distraerlos del agobio y sentimientos de separación y pérdida de sus seres queridos. Me asignaron el grupo de menor edad, de 3 a 6 años. Me costó mucho esfuerzo, paciencia, conocer la personalidad, entender a cada niño individualmente y al grupo en conjunto, ganarme la confianza de ellos, interesarlos. La mayor dificultad de mi trabajo residía en que ni yo sabía español ni los niños sabían ruso. Había tan solo una traductora para todo el orfanato, Lydia Petrovna Fedorova …

Para nosotros, los educadores, se organizó un círculo de estudio de la lengua española, dirigido por la profesora de lengua y literatura rusa Olga Vasilievna Mudrolyubova. Sabía bien el español. Los niños españoles son muy sociables, rápidamente se hicieron amigos de los pioneros y escolares de Kherson, y esto facilitó y aceleró el estudio y la comprensión del idioma ruso.

Se organizó un taller de Trabajos Manuales para los más pequeños. A los niños les gustaba mucho trabajar con arcilla, papel, jugar al aire libre y juegos de mesa, pasear, observar la naturaleza, el río; cada niño podía encontrar algo de su agrado y deseo. Para los mayores se organizaron grupos de costura, bordado, tejido, clubes deportivos, fotografía, tiro y código Morse, así como talleres de cerrajería y carpintería.

Hubo una buena actuación amateur en el orfanato, el maestro fue el español José Moreno. A menudo actuaban como aficionados en empresas, en el Palacio de los Pioneros, en unidades militares, en el teatro. A los niños les encantaba cantar temas rusos, a pesar de que les resultaba muy difícil aprender la letra. Recuerdo con qué entusiasmo cantaron «Tachanka», «Kakhovka», «Katyusha», «Se le dio una orden a Occidente» y otros. Les encantaba escuchar y leer poemas y cuentos de hadas de A.S. Pushkin, N.A. Nekrasov. En el orfanato, se planificó el trabajo en equipo para que todos pudieran desarrollar una actividad interesante y útil. Los niños mayores acudían todos los días a conocer la situación de los enfrentamientos en España, en un mapa que estaba colgado cerca del edificio en la misma calle Suvorov, en el 18, donde estaba ubicada la organización de Osoaviakhim.

Los niños acudían a la escuela, donde estaban, entre los grados 3-6.

En 1938, se creó una organización pionera, el líder pionero era un miembro del Komsomol de Leningrado: Galiya Suleimanovna Khamzina, una buena chica con carácter.

Toda la vida y el trabajo en el orfanato transcurrieron con normalidad. En 1941, el 10 de junio, al final del año escolar, un grupo de niños y empleados del orfanato fue a Tsyurupinsk para descansar en un campamento de pioneros cerca del bosque. En el campamento se organizaron interesantes caminatas y juegos. Los niños descansaron, salieron fortalecidos físicamente, y más templados.

Y de repente, el 22 de junio se enteraron del comienzo de la Gran Guerra Patria. Alemania atacó a la Unión Soviética. Todos los adultos y niños lloraban. Los niños seguían asustados porque ya habían soportado los horrores de la guerra en España, y aunque habían encontrado una segunda patria, la URSS, de repente también había guerra. El 19 de agosto de 1941, el orfanato fue evacuado al norte del Cáucaso, ubicándose en Pyatigorsk …

El 18 de agosto de 1942, cuando las hordas alemanas se acercaron a Stavropol, se dio la orden de evacuar nuevamente el orfanato. La evacuación fue muy difícil, no había transporte, hubo que caminar desde Pyatigorsk hasta la estación de Prokhladnaya. En Lermontovka en el monte Mashuk, los alemanes ocuparon una posición avanzada. Hubo que irse rápidamente …

Desde Makhachkala, «La Casa de Niños» fue trasladada a Krasnovodsk, y desde allí, en tren a Barnaul, en la región de Altai. Desde Barnaul, la Casa fue trasladada  en automóviles y asentada finalmente en Tundrija, en el distrito de Zalesovsky…

Los niños participaron activamente en la vida social y laboral del orfanato. Los empleados y los niños trabajaron en la granja colectiva, ayudaron a cosechar lino, participaron en el cuidado y la cosecha de hortalizas y recolectaron el trigo en el campo. Las organizaciones pioneras recibieron el agradecimiento del comité regional del Komsomol por su buen trabajo. Los empleados y alumnos del orfanato desarrollaron mucha actividad relacionada con la primera línea de combate. En las largas tardes de invierno, en primavera y verano, los maestros junto con los niños tejían calcetines calientes, mitones, cosían y bordaban bolsas y lo enviaban todo al ejército, en el frente de defensa de la Patria. Los alumnos realizaron actividades de iniciación en unidades militares y hospitales en Barnaul …

Los niños y los educadores teníamos una relación cercana con los vecinos: se escribían cartas a los ancianos y a los analfabetos destinadas al frente, se les leían los periódicos, se ayudaba a los discapacitados a plantar huertos y limpiarlos …

En septiembre de 1944, el orfanato retornó a la región de Moscú, en el distrito de Istrensky, al pueblo de Nakhabino. Cuando nos fuimos, todos los aldeanos nos despidieron, lloraron, nos invitaron a volver a visitarlos. A finales de 1944, nuestro orfanato se disolvió, los niños mayores fueron a estudiar a instituciones de educación secundaria y superior, los más pequeños fueron trasladados a Balashikha y Solnechnogorsk, donde había niños españoles. Yo acompañé a mi grupo de niños a un orfanato español en Solnechnogorsk. En Solnechnogorsk tuve un encuentro inesperado. El director del orfanato español era Karabanov, alumno de Makarenko, y la esposa de Karabanov era la directora. El encuentro y la conversación con estas interesantes personas quedaron en mi memoria por el resto de mi vida …

Archivos estatales de la región de Kherson, f. p-4001, op. 1, d. | l, 1-8, 10. Original.

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Nota de NR: Hemos identificado provisionalmente el curso de la evacuación, uniendo (sin más) los lugares mencionados en las Memorias de la profesora A. I. Lohnovskaya. Continuaremos reconstruyendo con mayor precisión el itinerario seguido por los educadores y niños de la Casa de Jersón.

DE JERSÓN A TUNDRIJA: MAPA

DE JERSÓN (UCRANIA) A TUNDRIJA (SIBERIA)

 

Fuente: Antolina Echevarría Aguirrezábal, en el blog «Los niños de la guerra: en sus propiаs palabras» (de Rusia, con texto en castellano), con entrevistas de Anna Grave e imágenes de Mikhail Platonov. Con acceso en: https://ninosdelaguerra.ru/antolina/es.

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«El 22 de junio nos anunciaron que había empezado la Guerra Patria. Todos llorábamos. Todos sabíamos lo que significaba aquello (…).

De Jersón nos dirigimos al Cáucaso, a la ciudad de Piatigorsk, en el monte Beshtau (en el territorio de un monasterio). Allí las condiciones de vida eran estupendas, había de todo. Teníamos nuestra propio terreno con vacas, cerdos, gallinas. Teníamos campos que labrábamos y plantábamos patatas. Trabajábamos para nosotros mismos para no depender del Estado, ya que estábamos en guerra, nos esforzábamos mucho. Recuerdo que yo misma batía la mantequilla. En los tiempos de la guerra en Piatigorsk había un taller donde tejíamos calcetines para el frente. Los tejíamos alrededor de una lámpara de aceite, ya que al estar en lo alto de una montaña no podíamos encender la luz. ¡Por la mañana nos despertábamos con la nariz negra! Recuerdo que cuando tejí 100 pares de calcetines me premiaron: fui a ver la opereta «A las orillas del río Amur» en el teatro evacuado de Piatigorsk, aún lo recuerdo.

Por suerte nos despertaron por la noche. Un paracaidista alemán aterrizó por la noche en Mashuk, que está muy cerca. Llegaron los militares diciendo «ha aterrizado un paracaidista y vosotros tenéis a los niños durmiendo». Nos despertaron a todos y nos dijeron dos cosas «Estación Projladnaya, 150 kilómetros a pie». Nos quitamos los pijamas, nos vestimos y con lo puesto nos fuimos andando a Piatigorsk. Caminamos toda la noche. Llegamos a Piatigorsk pero allí no nos dejaron pasar porque había que ceder paso al ejército. Por desgracia se estaban retirando pero yo siempre digo que «cambiaban de posición». Tengo tanto aprecio por nuestro ejército, han hecho tanto por nosotros que no podría decir otra cosa. Ellos no tuvieron la culpa. Estábamos, por tanto, sin poder pasar, pero teníamos un director muy astuto, Kravchenko, era estupendo. Tenía ulcera y no le aceptaron en el frente, se llevaba muy bien con los niños. Finalmente insistió y nos dejaron pasar junto al ejército rojo.

Y allí comenzaron nuestros ciento cincuenta kilómetros. No recuerdo siquiera que paráramos a sentarnos o a comer. Solo sé que los militares nos acompañaban. Evacuaron al ganado. Evacuaron a los caballos. No había quien ordeñara a las vacas. Todo eso pasaba junto a nosotros, delante de nuestros ojos, era terrible. Y delante el camino polvoriento. Ni un arbusto, ni un bosque, nada. Durante todo el camino nos bombardeaban los fascistas. Descendían de manera tan descarada, tan cerca, que se podía ver al piloto. Y no solo nos tiraban bombas, también disparaban, así de cerca se aproximaban. Tenían buenos pilotos porque aquello era arriesgado.

Anduvimos tres días y tres noches. No encontramos con unos militares jóvenes que revisaban los documentos. ¿Qué documentos teníamos nosotros? No llevábamos nada. Nos separaron en grupos, perdí de vista a mi hermana. Entonces aún hablábamos mal en ruso, entendíamos algo pero hablarlo… Dijimos «no documentos, no» en español. Apareció un joven diciendo «pero si son los niños españoles, ya han pasado muchos de ellos hacia la estación Projladnaya«. Nos trajeron unas sandías enormes. Nos pusimos a comernos las sandías mientras nos bombardeaban porque estábamos hartos de todo. Nos metieron junto a los militares en el tren, en un vagón blindado. Solo quedaron aquellos militares que seguramente debían hacer explotar la estación Projladnaya, y aquellos que debían defenderse, marcharon en la otra dirección.

Hay que decir que se nos perdió uno de los niños. Empezó el bombardeo. Este niño tenía un perro al que quería mucho. Todos lo queríamos, pero él se consideraba su dueño, ese perro lo era todo para él. Y cuando comenzaron los bombardeos el perro se escapó en la dirección por donde se fueron parte de los militares. Él se fue siguiendo al perro. Finalmente lo encontraron los alemanes y lo enviaron a España. Por entonces no sabíamos que Franco había mandado traer a los niños de regreso, por eso le envidiábamos. Le cuento lo que sentíamos realmente en ese momento. ¿Cómo supimos que estaba vivo? Su hermano se quedó aquí y en 1945 recibió una carta de España en la que decía que estaba con sus padres (…).

Recordábamos aquello mucho tiempo después todavía. Nuestro grupo de acogida no tuvo demasiada suerte ya que no éramos lo bastante mayores como para andar 150 kilómetros. Fue bastante duro. Nos llevaron a Majachkala en un vagón blindado y allí esperamos a que nos trasladaran, aún sin saber a dónde. Pero finalmente llegamos a la región de Altai, en la parte de Zalesovski, al pueblo Tundrija. Habíamos llegado de un lugar caluroso, medio desnudos. Tan duro fue aquello que murieron 10 personas. ¿Cómo no iba a suceder? Allí estudiábamos.

En el pueblo no solo había rusos, también alemanes de Povolzhye que fueron evacuados. A ellos los evacuaron con sus vacas y con sus pertenencias. Nos daban de comer, algo que fue de agradecer. Cuando nos íbamos todos ellos lloraban.

Antolina Echevarría Aguirrezábal

"Los niños de la guerra: en sus propiаs palabras". Entrevistas de Anna Grave e imágenes de Mikhail Platonov en https://ninosdelaguerra.ru/antolina/es.