Tiempos modertnos
Imagino que quienes son de mi edad, o de por ahí cerca, sentirán algo parecido a mí: nos están presionando demasiado. Estamos más con el deseo de una vida contemplativa, tranquila, sin sobresaltos, entretenidos con la lectura, en todo caso un ratito con los nietos o nietas. Pero nos visitan los hijos y demás familiares jóvenes, cada uno con dos celulares, uno personal y otro del trabajo. La estancia poco a poco se va llenando de pequeños pitidos o soniditos indefinidos y comienzan las conversaciones cruzadas. Luego vienen los malabarismos de los dedos pulgares. ¡¡Ay la juventud!!
Como seguimos vivos, tenemos dos opciones: aprendemos y nos adaptamos o quedamos arrinconados como viejos sillones. En el proceso de adaptación no me han salido canas porque ya tenia el pelo blanco. En esta pandemia hubo que aprender a hacer compras por internet, reclamar al seguro médico por internet, pagar la renovación de la matrícula del coche por internet, pedir cita con el medico por whatsapp, pagar deudas por transferencias bancarias, hacer la compra virtualmente, y un largo etc.
En sus casas, mis hijos tienen cosas como que la luz se prende con la voz, las persianas también, “Alexa” les dice la temperatura en el barrio; y si hay algún dato necesario en el momento, no hay que ir al diccionario, ella resuelve. Naturalmente, han querido poner al día a la mamá. Me han instalado una alarma para el fuego, otra para los gases o humos, otra por si entra un ladrón. Están empeñados en ponerme una “robotina” con mando por “Alexa”. No sé por cuánto tiempo podré resistirme, pero está claro que es batalla perdida; ya comienzo a preparar mis nervios para el chorro de instrucciones.
La otra noche estaba dormida profundamente. De pronto una voz de hombre en mi dormitorio me despertó. Tardé un poco en reaccionar, no sabía si lo había soñado o si de verdad lo había oído. Por si acaso me levanté, encendí las luces, recorrí mi apartamento dispuesta a enfrentarme al ladrón (para eso tengo educación soviética). No vi a nadie y todo estaba bien cerrado.
También por cuestiones de edad, tuve que ir al baño. Y ya estaba por creer que lo había soñado cuando, de pronto, una voz varonil habló en inglés: “battery is low”, lo que significa en castellano, “la batería esta baja”, repitiéndolo tres veces. Entonces comprendí: la modernidad es tan grande que esos sistemas de detección están tan perfeccionados que te avisan si las baterías están bajas de carga para que las cambies y sigan dando un servicio óptimo.
Eso sí, me tomó casi una hora tranquilizarme y prepararme una tila. Estos tiempos modernos nos sobrepasan. El obituario podía haber sido: muere anciana por susto tecnológico.
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* малина es colaboradora habitual de NR (один из наших).
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