Muy lejos de España, y mucho más lejos de aquello en el tiempo, en 2018, un conjunto de monjas rusas ha contribuido a poner nombre a unos cuerpos. El ejercicio de memoria y justicia de esas mujeres devuelve, por su desinteresada labor, una pequeña parte de la generosidad española, enterrada aún en el bosque: la de aquellos que, casi niños, se aprestaron a defender al pueblo que los acogió y a la humanidad entera en su causa.
El artículo de Carolina Gª Fernández-Miranda, nieta de uno de los pocos combatientes que lograron salir con vida del frente finés, sale al paso del olvido, contribuyendo a la debida comprensión de tan desconocido escenario. Sugerimos la lectura del artículo, antes de contemplar reflexivamente los diez minutos del sencillo acto público, en su reconocimiento.